Cualquier supernova es mala porque destruye biosferas y ahoga a los planetas en radiación. Pero recientemente, los científicos hablaron sobre una nueva amenaza potencial: un tipo especial de supernova que puede destruir la capa de ozono del planeta muchos años después de la explosión inicial.
Cuando las estrellas gigantes mueren en explosiones masivas llamadas supernovas, se convierten temporalmente en uno de los objetos más brillantes del universo. Una supernova es suficiente para eclipsar la luz combinada de cientos de miles de millones de estrellas.
Por ejemplo, la estrella cercana Betelgeuse está a punto de explotar en cualquier momento (en el mundo de la astronomía, eso significa en algún momento de los próximos millones de años). Aunque la estrella está a más de 600 años luz de distancia, cuando se convierta en supernova, su luz en el cielo solo será superada por la del Sol. Betelgeuse será visible durante el día, brillará más que la luna llena y esto durará varias semanas.
A pesar del increíble brillo, la parte de luz visible de una supernova es solo una pequeña fracción de toda la energía liberada. Y aunque las cantidades intensas de luz visible pueden causar ceguera, no tiene muchos otros efectos graves. Pero la radiación de alta energía asociada con una supernova causa una gran preocupación, por así decirlo. Puede catalizar el oxígeno y, por lo tanto, destruir la capa protectora de ozono de la Tierra, y sin ella, nuestro planeta sentirá los terribles efectos de la radiación ultravioleta del Sol.
Una explosión de radiación ocurre dentro de los primeros segundos después de una supernova, pero la amenaza aparece más tarde. Los rayos cósmicos, que son partículas subatómicas aceleradas a casi la velocidad de la luz, finalmente salen del vórtice después de cientos o miles de años y llevan consigo una gran fracción de la energía de la supernova, por lo que literalmente pueden atravesar la capa de ozono y empapar la superficie del planeta con radiación.
Los científicos creen que tales eventos podrían haber ocurrido en el pasado . El análisis del regolito lunar y las rocas de las profundidades marinas reveló cantidades significativas de hierro-60, un isótopo radiactivo del hierro que se produce solo en las supernovas. La presencia de hierro-60 indica que la Tierra fue impactada por una supernova hace no más de unos pocos millones de años.
Con base en las amenazas que plantean la radiación gamma y los rayos cósmicos, los astrónomos ya han concluido que estamos relativamente seguros y que no hay candidatas a supernova cerca que puedan representar una amenaza para la vida en la Tierra. Pero los científicos han descubierto un nuevo peligro potencial: una cierta clase de supernovas puede emitir una forma adicional de radiación de gran alcance que representa una seria amenaza para los planetas terrestres.
Esta clase especial de supernova ocurre cuando una estrella que se acerca a su etapa final está rodeada por un grueso disco de materia. Después de la explosión inicial de una supernova, se crea una onda de choque que choca contra este disco y lo calienta a temperaturas increíblemente altas, lo que hace que el disco produzca grandes cantidades de rayos X. Y en sí mismo puede extenderse a distancias extremadamente largas.
En un estudio reciente, los científicos descubrieron que las supernovas de rayos X más brillantes pueden viajar una distancia de 150 años luz y desbordar la capa de ozono del planeta, agotándola en un 50%. Meses o años después de la llamarada inicial, el planeta sería golpeado por rayos X, y cientos o miles de años después, los rayos cósmicos lo alcanzarían.
Afortunadamente, los científicos no conocen ninguna supernova de rayos X cercana, por lo que ahora podemos suponer que la Tierra se encuentra en una de las áreas más seguras de toda la galaxia. Pero esta investigación impone más restricciones a la zona habitable galáctica, la región de cada galaxia donde la vida es potencialmente posible.
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